¡Buenos días! Good morning! Bonjour! What a beautiful morning! Je suis très heureux de vous accueillir tous et toutes aujourd’hui. Welcome, and thank you all so much for joining us today to celebrate Canada Day here at the Canadian Embassy in Mexico.
Y qué mejor manera de hacerlo que compartiendo un desayuno canadiense auténtico – con pancakes y miel de maple al estilo del Calgary Stampede, bagels típicos de Montreal, y los famosos Timbits y café de Tim Hortons. Nous sommes très honorés de partager avec vous un déjeuner typiquement canadien. Mi esposa Deirdre y yo llevamos ya unos siete meses en México y hemos tenido la oportunidad de viajar bastante por este hermoso país. Una cosa que hemos aprendido es que hay muchas cosas que nos gustan tanto a los canadienses como a los mexicanos.
Pero quizás lo más singular – aquí entre nosotros – ¡es nuestro amor compartido por el jugo de Clamato! Ustedes lo disfrutan con cerveza en una michelada. En Canadá le añadimos vodka, salsas y especias para hacer un Bloody Caesar. Espero que disfruten esta bebida típica canadiense esta mañana, ¡con o sin vodka! Y, por supuesto, todo esto acompañado de lo mejor de la música popular canadiense en inglés y francés.
Este año hemos decidido celebrar el Día de Canadá aquí en México igual que lo hacemos en Canadá: con buena comida, buena música, buenos amigos, sin formalidades y, por supuesto, ¡sin corbatas! Este año, más que nunca, Canadá brilla con una energía compartida, con la diversidad y el espíritu de unidad que nos conecta de costa a costa a costa. Antes de encender la plancha para los pancakes, me gustaría decir unas palabras sobre lo que hace fuerte y libre a Canadá, y sobre por qué consideramos a los mexicanos nuestros socios, aliados y amigos.
Hoy hace 158 (ciento cincuenta y ocho) años, a más de 3500 (tres mil quinientos) kilómetros al norte de aquí, en Ottawa, las colonias que hoy son las provincias de Quebec, Ontario, Nuevo Brunswick y Nueva Escocia formaron una federación para promover su prosperidad y fortalecer colectivamente su seguridad y soberanía.
Pero, por supuesto, nuestra historia se remonta mucho más allá de 158 (ciento cincuenta y ocho) años. Desde la llegada de los pueblos originarios a lo que ahora es Canadá, hace quizás 15 000 (quince mil) años, hasta los exploradores franceses e ingleses que desembarcaron en Canadá hace más de 500 (quinientos) años, pasando por la fundación de nuestras primeras ciudades y universidades hace más de 350 (trescientos cincuenta) años. Somos un mosaico vibrante que se fortalece al honrar los lazos que nos unen. Juntos, hemos resistido múltiples amenazas a nuestra soberanía y hemos construido una de las naciones más fuertes y libres del mundo. Y juntos, hemos construido y defendido el país y la sociedad única de la que los canadienses están tan profundamente orgullosos.
Canadá cuenta ahora con diez provincias y tres territorios, desde el océano Atlántico hasta el Pacífico y el Ártico, lo que lo convierte en el segundo territorio nacional más grande del planeta. Somos quizás el país más diverso del mundo. Con una vasta geografía de bosques y montañas, océanos y lagos, desiertos y tundra ártica. Con ciudades que ahora albergan a millones de ciudadanos, procedentes de todos los rincones del planeta, que hablan todos los idiomas imaginables, practican todas las principales religiones del mundo y disfrutan de una gastronomía increíblemente diversa y deliciosa, procedente de todas las grandes civilizaciones del mundo.
El objetivo fundamental de la Constitución de Canadá — “Paz, orden y buen gobierno”— nos ha servido de guía durante 158 (ciento cincuenta y ocho) años y nos ha funcionado muy bien. Ese objetivo claro y sencillo nos ha guiado para construir una sociedad que es una de las más pacíficas y seguras, prósperas y solidarias, inclusivas y progresistas del mundo. Y todo ello lo hemos conseguido sin revoluciones sangrientas ni guerras. Lo hemos conseguido mediante la evolución constitucional, el compromiso, la negociación, el pragmatismo y la tolerancia.
Lo cual no quiere decir que los canadienses sean blandos.
Cualquiera que haya visto a los canadienses jugar al hockey sobre hielo sabe que podemos ser especialmente feroces y que luchamos duro para ganar. Y cualquiera que haya pasado un invierno canadiense con nosotros sabe que sobrevivimos no solo por ser fuertes, sino por cuidarnos unos a otros. En Canada, seas rico o pobre, tienes acceso a los mismos servicios de salud pública. En Canada, seas rico o pobre, puedes acceder a la misma educación pública, y a las mejores universidades. Lo que cuenta no es tu apellido ni tu fortuna familiar, sino tu esfuerzo, tu talento y tu compromiso. Desde los primeros pueblos indígenas hasta las oleadas de inmigrantes que han llegado de todas partes del mundo, Canadá ha sido, y sigue siendo, una tierra de oportunidades.
Por supuesto, Canadá dista mucho de ser perfecto. Como toda sociedad, tenemos delincuencia, pobreza, desigualdad, intolerancia y corrupción. Reconocemos nuestros defectos y nuestras debilidades, y debatimos libremente en una democracia sólida cómo mejorar. Y colaboramos con nuestros amigos para hacer del mundo, y de Canadá, un lugar más fuerte, más libre y mejor.
Lo que me lleva a unos de nuestros mejores amigos y vecinos: los mexicanos.
Los mexicanos, por supuesto, son nuestros socios. Tras 30 (treinta) años de libre comercio trilateral y protección de las inversiones —y permítanme ser muy claro, Canadá apoya al 110 % (ciento diez por ciento) nuestro tratado comercial trilateral—, ahora tenemos una relación comercial y de inversión que vale más de 100 000 (cien mil) millones de dólares y sigue creciendo. No solo comerciamos productos, sino que fabricamos cosas juntos, desde automóviles hasta aviones, pasando por productos alimenticios seguros y saludables para nuestras familias.
Más allá del mundo de los negocios, los mexicanos también son nuestros aliados. Por eso el primer ministro Carney invitó a la presidenta Sheinbaum a Kananaskis, Alberta, hace dos semanas, para que se uniera a los líderes de las democracias más influyentes del mundo y debatieran cómo afrontar los retos más importantes a los que se enfrenta la humanidad. Nuestros líderes tienen mucho en común —al fin y al cabo, ambos tienen un doctorado— y mantuvieron un excelente debate bilateral sobre nuestros valores, intereses y retos compartidos. Bien lo dijo el primer ministro al citar a la presidenta Sheinbaum: “No hay progreso si no se comparte.” Esa visión compartida es la base de nuestra alianza democrática. Igualmente importante es la alianza entre nuestras fuerzas de seguridad, que colaboran estrechamente para combatir el crimen organizado internacional y preservar la paz en nuestra región.
Pero quizás lo más importante es que los mexicanos son nuestros amigos. Los canadienses aman este país. Casi tres millones de canadienses visitarán México este año. ¡Eso es más del 7 (siete) % de la población de Canadá! Y no solo por el sol, la arena y la cerveza. También por la cultura, la arquitectura, la historia, la comida y, sobre todo, por la calidez y la hospitalidad de su gente. Y tengo la impresión de que los mexicanos también aman a Canadá. Más de medio millón de mexicanos visitarán Canadá este año para viajar, hacer negocios, trabajar y estudiar; más de 20 000 (veinte mil) jóvenes mexicanos se encuentran hoy en Canadá para continuar su educación y ampliar sus horizontes.
Y nuestra amistad quedará en evidencia el año que viene, cuando seremos anfitriones conjuntamente, con nuestros amigos de Estados Unidos, del mayor evento deportivo de la historia del fútbol: ¡la Copa Mundial de la FIFA 2026! En Toronto y Vancouver, y aquí en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, recibiremos al mundo en el continente más bello y hospitalario del planeta Tierra: ¡América del Norte! Y los tres acogeremos este evento histórico como socios, aliados y amigos.
Antes de concluir, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a nuestros generosos patrocinadores. Vous jouez un rôle très important au Canada et au Mexique, en tant que créateurs de prospérité et de centaines de milliers d’emplois bien rémunérés. Este magnífico evento no habría sido posible sin su valioso apoyo. Gracias a Air Canada, ATCO, CPKC, Destination Canada, Orla Mining, Scotiabank, TC Energía, Vizsla Silver y Tim Hortons.
Y gracias a ustedes, nuestros amigos e invitados de hoy.
Enjoy the celebration, try your hand at flipping some pancakes à la Calgary Stampede, and take pride in celebrating Canada with us.
The true north, strong and free!
Many thanks. Merci beaucoup. Muchas gracias.